viernes, 6 de junio de 2008

El origen de lo sagrado

La historia del ser humano, si nos remontamos a través de los siglos en el pasado remoto, está llena de oscuridad. Poco podemos decir de cómo se vivía o pensaba antes de la escritura, solamente disponemos de algunos hallazgos arqueológicos y nuestra imaginación para interpretarlos.

Más problemas tendremos si lo que queremos conocer es el origen de la espiritualidad, del sentimiento de lo sagrado, de la búsqueda de algo que trascienda lo físico en significado y nos ofrezca alguna respuesta sobre el huidizo concepto del sentido de la vida. También podemos echar mano a personas que viven en nuestro tiempo pero que decimos que su cultura ha quedado "estancada" en el neolítico -era arriba o abajo- y decimos que sus costumbres seguramente son similares a nuestros ancestros. Con tan poco material tenemos que ir con cuidado de no caer en la suposición fácil o en la pura especulación, así que trataré de andar despacio para no tropezar.

No se puede negar la influencia que las plantas han tenido en la cultura humana, especialmente desde el momento en que dejamos nuestra vida nómada para convertirnos en agricultores. Nuestra relación con las plantas siempre ha sido primordial, ya que han sido nuesto alimento, cobijo y medicina desde el origen del hombre; no es raro que también "lo sagrado" haya tenido relación con las plantas:

"Si en el campo de la filología clásica, la antropología teórica y la historia han sido hasta hace muy poco infrecuentes los casos de investigadores con nociones farmacológicas sólidas y experiencias de primera mano en materia de sustancias psicoactivas distintas de las tradicionales en Occidente (alcohol, tabaco, café, otros sedantes y estimulantes patentados), la etnobotánica agrupa —aunque sea con grados muy diversos de adhesión— a pensadores provenientes de campos muy diversos, pero unidos por serios conocimientos tanto teóricos como prácticos sobre psicofármacos alternativos. De ello proviene que, junto a investigaciones particulares sobre tal o cual materia específica, casi todos destaquen la influencia de agentes vegetales en la génesis del complejo que podría llamarse lo sagrado, considerando que la intervención de ciertas sustancias con efectos visionarios no ha sido evaluada en su justa medida como factor religioso durante la Antigüedad remota."


Estas palabras de Escohotadovienen a afirmar algo que es evidente para cualquiera que haya experimentado con alguna planta visionaria: La intensa sensación de misticismo y revelación que acontece durante el viaje químico es muy similar a lo que en la literatura se suele llamar "experiencia religiosa". Por supuesto es necesaria cierta predisposición, ningún ateo escéptico sentirá nada parecido, simplemente porque no encaja con su forma de entender el mundo, y jamás hará una interpretación religiosa de su experiencia; pero la experiencia en sí no difiere demasiado entre uno u otro individuo, y los defensores de esta tesis afirman que es este el motivo por el que las religiones primitivas sean tan similares unas de otras: no podría ser de otro modo si provienen de experiencias similares.

Una de las características principales de estas tradiciones es la cotidianidad de lo sagrado: todas las cosas poseen un "espíritu", son sensibles y se comunican; las plantas, las rocas, los ríos y las montañas tienen su propia aura, además de tener sentimientos, porque pueden favorecernos o enfurecerse según la conducta que tengamos hacia ellos. Esto es perfectamente coherente con la experiencia visionaria inducida con psicofármacos; un factor común de estas experiencias es la sensación de vida que anima todo aquello que vemos, casi como una pulsión, y que desde luego transmite emociones; Huxley lo experimentó con mescalina:

"En verdes parábolas que bajaban del seto, las hiedras brillaban con una especie de radiación cristalina, parecida al jade. Un momento después, un grupo de Kniphofia uvaria rojas, en plena floración, hizo explosión ante mis ojos. Estaban tan apasionadamente vivas que se hubiera dicho que iban a hablar, a pronunciarse, con las flores lanzadas derechamente hacia lo azul. Como la silla bajo los listones protestaban demasiado. Bajé la vista hacia las hojas y descubrí un cavernoso embrollo de las más delicadas luces y sombras verdes, latientes de indescifrable misterio."

Y muchos otros lo hemos experimentado también, sobrecogidos de miedo y maravilla.

Una particularidad de las sociedades consumidoras de sustancias visionarias que me resulta muy interesante es su rechazo a los sistemas jerárquicos, basados en el poder y la dominación: "Sí es demostrable, en cambio, que en los grupos donde hoy se consumen periódicamente drogas de tipo chamánico no hay un gobierno autocrático ya formado o en trance de formación. Lo que esos grupos persiguen ante todo es lograr una simbiosis con su medio natural, desarrollando al máximo la autonomía práctica de cada individuo; a tales fines retienen una identidad colectiva que jamás traspone las fronteras de la sociedad para penetrar en aspiraciones de Estado." Estas características son diametralmente opuestas a las que relucen en las religiones modernas, hechas a imagen y semejanza del Estado, de carácter autocrático e impositivo. Es muy curioso como estas religiones persiguen el uso de plantas visionarias, ya que de algún modo perjudica a sus intereses:

"Considerando que los hongos presentan una proporción mucho menor de toxicidad que otras plantas, como pongamos por caso las bayas silvestres , y que el temor del vulgo se concentra precisamente en aquellos y no en estas, es un mérito de Wasson haber puesto de relieve que la micofobia podría tener una connotación religiosa original, vinculada al rechazo de cultos muy antiguos basados sobre éxtasis chamánicos. En todo caso, no deja de ser llamativo que desde sus comienzos el cristianismo mirase con reprobación el uso de cualquier especie de plantas tales —San Agustín, por ejemplo, llama a los maniqueos «comedores de hongos», dentro de una feroz diatriba—, y que mucho más tarde la Inquisición desatara en América una dura persecución contra los nativos por emplear ritualmente hongos psilocibios. La iniciativa acabó arraigando tanto que de la micofobia no se librará ni un texto tan anticlerical como la Encyclopedie, cuyo artículo «Champignons» menciona que «sólo sirven para ser arrojados otra vez al estiércol donde nacen»."

Es fácil suponer por qué las religiones mayoritarias persiguen estas prácticas; cualquier luz que se arroje sobre su origen plantea demasiadas preguntas incómodas, y si hay algo que nunca han soportado los dogmatismos son las preguntas.


Referencias: Todas las citas (en cursiva y entre comillas) son del libro "Historia General de las Drogas, de Antonio Escohotado" excepto la referencia a la mescalina que es de "Las Puertas de la Percepción, de Aldous Huxley"

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