lunes, 7 de julio de 2008

Chamán Urbano

En las postmetrías del siglo XX, nació una extraña y contradictoria figura en las grandes urbes: una persona sensible, curiosa, con avidez de conocimiento y el escepticismo natural de esta era postmoderna. Antes de oír siquiera la palabra chamán, ya buscaba el conocimiento allende suyo: poetas, filósofos, diletantes han tenido algo que enseñarle, y siempre puso mucha atención a todo aquello que le decían, pues se sabía ignorante.

Su afán de experimentación le llevó, tarde o temprano, a experimentar con su propia consciencia. No podía etiquetar como alucinaciones aquellos estados, tan reveladores, tan cargados de significado y conocimiento a cerca de sí mismo y del universo. ¡Qué método más increible para adquirir autoconocimiento! En pocas horas se condensaban miles de sensaciones, miles de impresiones a las que extraerles el jugo más tarde, en el silencio y el reposo de después del viaje.

No podía evitar hablar de su aprendizaje, y de ese modo otras personas recibieron la enseñanza bajo su tutela, guiados en la oscuridad por una voz experimentada, conocedora de los quiebros del tortuoso camino. Más allá de las brumas los viajeros regresaban sanos y salvos gracias a sus consejos; sin ellos el viaje habría sido bien distinto...

La mirada de esta criatura busca más allá de la superficie, tratando de devanar la realidad en sus infinitas capas con sus penetrantes ojos. A pesar de todo el camino recorrido, está convencido de ser todavía ignorante, insignificante, débil. En este mundo extraño y terrible sólo puede vivir de una manera: tratando de ser mejor, más sabio, más feliz, más capaz; y esa es precisamente la forma en la que ha decidido vivir.




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