lunes, 4 de mayo de 2009

Buscando Brío




Siguiendo con la clasificación funcional antes esbozada, voy a describir brevemente otro de los grandes grupos: los estimulantes o enaltecedores. Estos fármacos proporcionan al usuario un aumento significativo de sus capacidades físicas e incluso mentales, inhiben el apetito, favorecen la concentración y aumentan -en general- el rendimiento para cualquier tipo de tarea.

Estos efectos pueden parecer muy deseables, pero igual que con cualquier otro grupo farmacológico, existe un precio. Cualquier aumento en el rendimiento produce obviamente un aumento en el desgaste orgánico a todos los niveles: tanto el sistema nervioso, el aparato respiratorio y cualquier otro sistema orgánico que esté funcionando por encima de su capacidad "natural" acusará el sobreesfuerzo. Por este motivo los enaltecedores son los fármacos con más efectos a medio y largo plazo sobre el organismo, especialmente si se utilizan con la suficiente asiduidad.

También es necesario ser extremadamente cuidadoso con la dosificación. Puede resultar interesante poner una máquina al 120% de su rendimiento, pero no se puede estirar esta cifra hasta el infinito; existe un punto de inflexión en el que el organismo empieza a acusar la hiperexcitación que suscita ansiedad aguda, dolores de cabeza muy intensos, arritmia y otras
sensaciones desagradables, coronadas finalmente por el delirio persecutorio.

Un hecho interesante es que disponemos de nuestros propios enaltecedores físicos endógenos, el organismo es capaz de sintetizarlos y liberarlos en momentos de necesidad y estrés, cuando es necesario funcionar por encima de nuestra capacidad "natural", y espero que ahora se entiendan las comillas.

Entre las plantas que contienen alcaloides con efectos similares a los descritos, las más conocidas
son el café, el té, el mate, el cacao, el guaraná, el betel, el cat, la cola y la coca. Todas ellas son de uso cotidiano en las distintas partes del globo donde es tradicional su consumo, y cuentan con la aceptación social necesaria para que su consumo sea público y sin restricciones.

La coca es uno de los casos más controvertidos de la familia. Después de alcanzar la gloria en el mundo occidental en forma de clorhidrato, promocionada por Merck, Parke Davis y otros fabricantes en todo el mundo, fué posteriormente prohibida en una audaz maniobra comercial, dejándo un enorme mercado potencial a los nuevos fármacos conocidos como anfetaminas, estimulantes más baratos y mucho más potentes, además de completamente sintéticos, lo que permitió a la industria farmaceútica desvincularse de los países productores de coca.

Personalmente detesto consumir este fármaco, ya que alcanza altos grados de adulteración en el mercado negro y su precio es desorbitado. Es francamente preferible echar mano de fármacos legales, cuyas propiedades estimulantes son fácilmente predecibles. Entre ellos, uno de los menos conocidos popularmente es la efedrina, precusor químico de la anfetamina y de efectos similares, aunque mucho más suaves. Proviene de una planta de uso milenario en oriente, allí conocida como Ma huang, y aquí como efedra o ephedra.

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